La mayoría de los personas (y cada vez mas los adolescentes) vivimos pegados a nuestros teléfonos celulares, estamos pendientes de los mensajes de correo electrónico, de conectarse al Messenger o de actualizar nuestro perfil en Facebook. Las nuevas tecnologías calan hondo en la sociedad, sobre todo entre los más jóvenes.
Toda esta tecnología influye en las formas de relación, las cuales se modifican junto con la comunicación grupal de los jóvenes. Es una realidad patente en los hogares, comprobable día a día, y se puede decir que es una adicción que provoca dependencia. Si, asi como lo escuchan, provoca dependencia
Los jóvenes viven rodeados de tecnología, no lo podemos manejar, ya que contamos con ordenador, cámara digital, iPod, consolas y múltiples aparatos que llenan las habitaciones y centran la atención para monopolizar el tiempo de uso. Una vez descubiertas las múltiples posibilidades de la tecnología, llegan los últimos modelos. Y lo peor de todo es que se estan volviendo indispensables, por eso dicen que provoca dependencia.
Hoy es mas fácil para los jóvenes tener teléfonos, pues son sus padres quienes pagan de forma directa o indirecta las recargas de saldo. Resulta inquietante que los padres prefieran que sus hijos tengan celulares para controlarlos que buscar otras vías de comunicación. Antes en mi infancia, costaban mucho, y se buscaban otra forma de comunicarse.
Los teléfonos móviles ofrecen a sus usuarios libertad, independencia y facilidad de comunicación. Estas libertades pueden llegar a convertirse en dependencia. Si se analizan casos de adicción, se comprueban ejemplos de agresividad, mal humor, aislamiento, fracaso en los estudios y alejamiento de la familia que manifiestan los “adictos al móvil”.
Una cuestión que les facilita a los jóvenes el acceso a los móviles es el acceso que tienen para conseguirlos. La mayoría lo consigue a los 11 años, cuando está recomendado que no lo tengan hasta los 16. Cada vez es más habitual que niños de nueve o diez años tengan su propio móvil y que caigan en adicción.
Los padres suelen regalar móviles a los hijos a una edad temprana porque se sienten más seguros. Esto se transmite y por ello los adolescentes sienten cada vez más la necesidad de llevar un móvil consigo a todas horas, aunque no con los mismos fines que sus padres.
Atrás quedaron los típicos regalos que se hacían en la Primera Comunión. La nueva generación vive conectada, está en contacto con la tecnología casi desde la cuna: vídeos, walkman, Internet, videojuegos, reproductores de CD. Sin embargo, es importante que los padres sepan que no estamos ante un simple juguete.
Es paradójico el hecho de que un aparato tecnológico que proporciona independencia cree tanta adicción entre la población adolescente. Tanto el móvil, como Internet, han demostrado que hemos dejado de mantener una comunicación personal con aquellas personas que vemos a diario para sumergirnos en una realidad virtual.
Vivimos enchufados a un mundo virtual. Si nos quitamos los cascos, si apagamos el móvil, podemos darnos cuenta de que hay un mundo más allá del SMS.
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